LÍBANO CONMEMORA SU INDEPENDENCIA Y LOS LIBANESES CELEBRAN SU REVOLUCIÓN - Por Sergio Jalil





                                 (THAWRA 2019 - REVOLUCIÓN 2019)
                                                                                                               
                                                                                                                               Sergio Jalil

El Líbano conmemora hoy el aniversario de su Independencia ocurrida el 22 de noviembre de 1943. En estos últimos 76 años el país se vio sometido a graves y aun desafortunadamente vigentes confrontaciones regionales como el conflicto Árabe – Israelí, reflejadas en las invasiones israelíes en 1978, 1982, los violentos bombardeos del 2006 en represalias contra el ataque unilateral de Hezbollah a territorio israelí que terminó pagando el pueblo libanés y los  constantes y permanentes ataques a su soberanía (que aún perduran) los designios expansionistas y anti independentistas del Panarabismo de Gamal Abdel Nasser a finales de la década del 50,  los ataques violentos de milicias palestinas en los años 60 que detonaron en la prolongada guerra en el Líbano desde 1975 a 1990 y la cruel ocupación siria hasta 2005 que se continuó por algunos años más por medio de asesinatos, control de servicios de inteligencia o por la protección a milicias y grupos políticos que aún hoy siguen siendo leales al régimen de Damasco.

Más allá de estas claramente visibles intervenciones políticas extranjeras, el Líbano también sufrió injerencias políticas, con mayor o menor grado de sutilidad y visibilidad, pero con idéntico efecto negativo como las de las potencias globales Estados Unidos, Francia, Rusia y también de las regionales como Libia, Irán, Irak y Arabia Saudita.

Lo más triste de todo es que en muchos casos fue la misma política libanesa la que habilitó esta interferencia porque los políticos internalizan los conflictos regionales para su beneficio propio o bien internacionalizaron las cuestiones domésticas para fortalecer su propia posición de debilidad interna. Con la cual culpar solo a los extranjeros por violar la independencia del Líbano sería tan injusto e inexacto como exculpar a todos los políticos libaneses que lo solicitaron e incentivaron.
Pero más allá de las desavenencias de las complicaciones regionales que han afectado al Líbano, el país también ha sufrido de la falencia y fracaso de su clase política lo cual a provocado un creciente deterioro en la calidad de vida de los libaneses.

En la década del 50, las diferencias ideológicas y de orientación en la política exterior eran el eje por donde cruzaba la discusión política. En los 60 se debatía las necesidades de cambios estructurales en la política, en lo social y económico y si la solidaridad con el pueblo palestino exigía o no un límite que era el respeto a soberanía libanesa y al control de las milicias palestinas que se habían convertido en un mini estado dentro del estado. Durante la guerra, obviamente fue la fuerza la que adquirió supremacía sobre la discusión política la cual nunca perdió su vigencia y a pesar de los enfrentamientos siempre existió el diálogo, aunque el sectarismo religioso deliberado fue la nueva grieta que separó a los libaneses durante ese triste periodo de su historia.

El final de la guerra libanesa, fiel al estilo político de esa nación, no tuvo “vencedores ni vencidos” pero sí hubo una fuerza dominante y de control que fue el Ejército de ocupación Sirio, que impuso las reglas, manipuló el sistema y organizó una estructura particular en la cual el estado fue dividido en “pequeñas granjas” manejadas por algunos de los otrora jefes de milicias durante la guerra  reciclados y convertidos en ministros manejando carteras y fondos estatales como propiedad privada, claro que siempre teniendo en cuenta que antes del reparto y saqueo del estado había que “saciar” al delicado organigrama de poder sirio tanto militar como servicios de inteligencia por medio de coimas, participación en los negocios, creación de empresas de construcción y servicios que se beneficiaron con la reconstrucción del Líbano de la postguerra. Y como si esto fuera poco, se ocuparon de desarmar a todas las milicias libanesas, excepto a Hezbollah su más leal aliado y protector que a continúa violando la ley libanesa ahora con la complicidad y anuencia de sus aliados políticos, todos miembros de este gobierno tan repudiado por la población que se ha volcado a las calles. 

Tras el retiro Sirio, provocado por el brutal asesinato del ex Primer Ministro Rafik Hariri que el régimen de Damasco y su socio local Hezbollah planearon, organizaron y ejecutaron, el Líbano mantuvo este nefasto sistema de control económico por parte de los líderes de los principales partidos que continuaron repartiéndose ministerios y recursos, perpetuando un sistema perverso de clientelismo, corrupción y dilapidación del erario estatal para beneficio personal, familiar o de sus socios y amigos, dejando las migajas al pueblo libanés por medio de estructuras sectarias, partidarias o de pseudo representación regional.

En el aspecto económico, se ingenia un sistema por medio del cual los bancos libaneses, aprovechando la fuerte emigración por la guerra y la reconocida capacidad de estos emigrados para adaptarse a sus nuevos países de residencia en donde rápidamente desarrollaron su economía y capacidad económica, atrajeron remesas, depósitos e inversiones que en algunos casos fueron directamente a los familiares  en el Líbano, pero en gran parte fueron al sector inmobiliario o a los bancos libaneses que ofrecían tasas atractivas y suculentas que luego prestaban al gobierno libanés para poder afrontar sus abultados gastos obteniendo en el proceso ganancias astronómicas.


La voracidad del estado libanés para sustentar la estructura ineficiente y corrupta y la falta de programas de incentivo al desarrollo económico de industrias, y agricultura y la conversión del país a ser un país de consumo, impidió la posibilidad de una mayor capacidad de financiamiento del estado por medio de recaudación fiscal y acentuó la imperiosa necesidad de sostenerse vía emisión de bonos que los bancos libaneses compraban con los depósitos de sus clientes.


La crisis global de la economía, el conflicto en Siria y sus efectos en los países del golfo como así también la intervención de Hizbollah en ese conflicto y la percepción de que esta milicia convertido en partido político y desde hace algunos años en miembro y parte del gobierno libanés, creó incertidumbre, dudas y reticencia a que los depositantes continúen financiando indirectamente a un estado que parecía perder su rumbo y que no mostraba indicios de corregir las falencias estructurales ni combatir la corrupción más allá de la retórica de casi todos los mismos políticos que se culpaban mutuamente de ello, pretendiendo de esa manera limpiar su deteriorada imagen.

El déficit del estado continuó acelerándose, la ineficiencia acentuándose y la corrupción  se volvió más notoria y predatoria que nunca y el gobierno se vio obligado a recurrir a la suba de tasas de endeudamiento público, con lo cual asustó a los inversores y depositantes que percibieron la debacle en puerta y a su vez decidió elevar tasas impositivas (IVA de 10 % al 15%) crear el impuesto al uso de WhatsApp, reducción de pensiones a militares y empleados públicos entre otras medidas.


Fueron estas decisiones del gobierno las detonantes de las manifestaciones, pero que en realidad tienen su motivo en todo lo explicado más arriba, que en resumen, es el fracaso de la élite gobernante a quienes se responsabiliza por la crisis económica en la que ha caído el país y que en realidad tienen su raíz profunda en las consecuencias de reclamos no atendidos que vienen desde antes de la guerra, pero sobre todo en la estructura creada durante la ocupación siria  e institucionalizada después de su retiro por los políticos que controlaron el sistema hasta nuestros días, provocando un deterioro creciente, una inviabilidad económica más notoria y una calidad de vida inaceptable para los libaneses que hasta en épocas de guerra estaban mejor.

Los libaneses con esta Revolución están declarando una Nueva Independencia , para acabar con la política clientelista, partidaria y sectaria, una independencia colectiva y amplia Para terminar con los abusos e ilegítimo control que clase política implantó, obligando  al gobierno a escuchar y tener en cuenta la voluntad del pueblo, exigiendo la provisión de servicios básicos y elementales de manera eficiente y digna que van desde electricidad continúa,  el manejo adecuado de la basura, prevención de  la contaminación ambiental, la salud pública que funcione y la proyección del sistema educativo que permitió al Líbano ser un país con ciudadanos más cultos, preparados y exitosos en cualquier lugar del mundo donde decidieron emigrar... a excepción del Líbano en donde no tienen posibilidades. Los libaneses están declarando su independencia de la clase política inepta y está redescubriendo y reafirmando su libanismo su relación con los demás libaneses. Esos encuentros en las plazas en las calles de decenas de ciudades y pueblos libaneses con gente de otras regiones, de otras comunidades, de diversas profesiones, de distintas edades y clases sociales diferentes está permitiendo que los libaneses se reconozcan como pares, como víctimas de un mismo mal y con protagonistas de un futuro común. Una unidad de deseos e intereses que el sectarismo y la política les impedía ver.  La barreras ideológicas, regionales, sectarias y sociales se están resquebrajando con la misma velocidad que se resquebraja la estructura nociva de la política libanesa y de la organización del estado en base a intereses de algunos pocos.



Esta celebración de la independencia del Líbano es diferente, con la gente en las calles, con frustraciones acumuladas y demandas legítimas, con prudencia y cautela, pero con fe y convicción que el cambio no tiene retorno, que hay que construir un nuevo pacto colectivo que tenga en cuenta los intereses del pueblo libanés y no el de sus pseudo líderes.

El pueblo libanés se ha reencontrado con sí mismo, por encima de las barreras que los separaban y quizás esta sea la mejor manera de celebrar la independencia, de enfrentar al futuro y de una vez por todas reforzar la coexistencia con convivencia, de preservar el pluralismo sin sectarismo de fortalecer la democracia sin clientelismo y de defender a los intereses de la Nación y su pueblo en lugar del de los gobernantes.

El Líbano tiene que cambiar este modelo nefasto en el cual su principal fuente de exportación es la materia gris de sus jóvenes y su principal importación son los recursos que estos generan y que terminan alimentando el vicioso mecanismo de corrupción de estado y así se continúa sosteniendo el sistema.

Hoy Independencia y Revolución son sinónimos, que simbolizan y unifican el deseo del pueblo y el destino de la Nación.


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