LIBANO: LA CRISIS DEL SIGLO (Articulo Publicado en el numero 1 de la Revista Digital Hayes.com MEXICO)
El estado libanés fue creado el 1 de septiembre de 1920 por Francia a instancias del impulso y férrea determinación del Patriarca Maronita, Elias Hoaiek de construir no solo el Hogar Nacional de los Maronitas sino un país libre, abierto, multiconfesional, cosmopolita, pluralista y democráticamente soberano.
Los libaneses se sobrepusieron a esas vicisitudes gracias a su legendaria resiliencia y capacidad de recuperación. Pero el trance actual es mucho más difícil y complejo, e inevitablemente requerirá de un cambio sistémico profundo e integral que ni la clase política incumbente, ni los agentes externos involucrados no aceptan, ni consienten concesiones que disminuyan su poder y beneficios.
El modelo libanés da claras muestras de agotamiento y evidencia la incapacidad de resolver los diversos problemas que afronta la Nación.
Hoy el Líbano se encuentra ante la crisis más grave de su historia que revela las cicatrices de sus heridas acumuladas por la excesiva intervención extranjera pero también exteriorizan una serie de problemas endógenos que nunca fueron diagnosticados ni tratados, permaneciendo bajo la superficie de un aparente equilibrio político y estabilidad económica que encubre a la clase política que desvirtúa el sistema confesional (ideado para garantizar la seguridad y participación colectiva de las diferentes minorías y evitar el autoritarismo), convirtiéndolo en un mecanismo clientelista de reparto y coparticipación corrupta en la utilización de los recursos del estado, para beneficio de sus partidos, socios, familiares o personales con la correspondiente y necesaria distribución sectaria de favores para mantener su estructura y status.
Cada una de esas interpretaciones son variables que al interconectarse, se potencian en una combinación explosiva y contribuyen a enredar aún más la crisis obstruyendo la búsqueda de soluciones, pero la realidad también tiene mucho que ver con el comportamiento y actitud de una clase política instalada en el poder del estado, que no solo ha dejado de representar los intereses de la población y la voluntad de la mayoría de los libaneses., sino que ingenió un sistema perverso por medio del cual el Estado queda al servicio de los partidos políticos y sus líderes, en lugar de atender las necesidades básicas de los ciudadanos que pasan a ser objetos del juego político ,económico-social y sectario.
El germen de la disfuncionalidad política actual podemos encontrarlo en la inmovilidad del estado libanés y su disgregación durante la guerra entre 1975 y 1990 resultando en la fragmentación física del país que quedó bajo control de diferentes milicias (domésticas y foráneas)
a las que se le agregaron los ejércitos regulares de los países vecinos, Siria e Israel, que además de destruirlo, en las diferentes y
sucesivas invasiones buscaban controlar el país y su destino de acuerdo a sus intereses y estrategias, pero que hábilmente evitaron enfrentarse mutuamente de manera directa, pese a su tan ostensible enemistad y solo lo hicieron por medio se intermediarios o subrogantes libaneses.Las milicias, no solo reemplazaron al estado en sus funciones elementales, sino que además promovieron su disfunción y se repartieron los despojos de un país devastado. Todo esto terminó con el Acuerdo de Paz firmado en Taif (Arabia Saudita) bajo el auspicio de ese país, Siria, Estados Unidos y con la anuencia tácita de Israel. Pero esta solución político-militar tuvo dos grandes peculiaridades que condicionarán el futuro libanés:
2 – Las milicias serían desarmadas y desactivadas como garantía de paz interior. Las milicias, efecto fueron fueron desarmadas con excepción de Hezbollah, y los otrora líderes de las milicias fueron “habilitados” para convertirse en la nueva clase política libanesa con la notable excepción a aquellos que se habían opuesto a Siria que eran preponderantemente cristianos como Samir Geagea de las Fuerzas Libaneses, que fue encarcelado, Michel Aoun, que fue exiliado y la familia Gemayel que fue excluida y silenciada.
Paralelamente se legitimó la conveniente admisión en la vida política de exitosos emigrados que regresaron al Líbano con su riqueza y el objetivo de “reconstruir el país” (Rafik Hariri, Issam Fares, Najib Mikati, entre otros) siempre y cuando no criticaran el control sirio del Líbano.
El régimen sirio construyó un sistema colonial/ feudal perfecto en el Líbano, por medio del cual permitía el “reparto” y “distribución” del saqueo y defalco quedándose con importantes participaciones en ganancias o en sociedades privadas que se ocupaban de los negocios y actividades económicas encaminadas o facilitadas desde el aparato estatal.
En 2005 la llamada Revolución de los Cedros estimulada por una serie de presiones internacionales y el hastío del pueblo libanés, consigue la evacuación de las tropas de ocupación siria, a pesar de que Damasco seguirá influyendo utilizando a sus agentes y aliados locales, ya sea por medio de asesinatos o intimidación política o bien por influencia ideológica y presión política.Lo cierto es que los políticos libaneses no intentaron cambiar el modelo y mantuvieron el pernicioso sistema que eventualmente perfeccionaron y de alguna manera institucionalizaron bajo la consigna de una participación “equitativa” convirtieron la democracia de consenso en una plutocracia de disenso que habilitaba el poder de veto de cualquiera de las minorías y en consecuencia inaugura un prolongado y peligroso periodo de parálisis e inmovilidad política obstaculizando cualquier cambio que no gratificara a la clase política convertida en una verdadera oligarquía no representativa.
Con Siria ocupada por la guerra en su propio país a partir del 2011, Hezbollah con el poder y aval de sus armas, se convirtió en “primus inter pares” definiendo la elección presidencial de su nuevo aliado Michel Aoun quien dando un giro de 180 grados se transforma de “enemigo del régimen sirio y contrario a todas las milicias“a repentino “aliado del régimen sirio y pro Hezbollah ( la única milicia armada). El presidente Aoun, pacta con Hezbollah permitiéndole mantener sus armas y controlar la dirección de la política exterior y todo lo relativo a seguridad estatal a cambio de que no interfieran demasiado en temas relativos a corrupción y desmanejo económico y financiero, otorgando a la milicia, libertad absoluta para llevar adelante sus objetivos tácticos y estratégicos en la región y legitimando desde la propia presidencia la noción de “Resistencia “tan cara para Hezbollah.
El estado libanés dejó de proveer los servicios básicos como el agua potable, electricidad, transporte, educación y salud que los ciudadanos debían obtener por sus propios medios del sector privado, muchas veces vinculado con la clase política que aumenta sus negocios paralelos.
Para sostener este esquema el estado se endeuda y las estructuras corruptas desvían con total impunidad los recursos hasta llegar a un punto que el Banco Central (también inmerso en este juego sucio) recurre a los depósitos del sistema bancario privado para financiar la creciente hemorragia del estado libanés y esto genera la crisis económica que se profundiza por la incidencia del COVID 19 a escala mundial.
La crisis del Líbano amenaza a los pilares fundamentales sobre los que se sostenía el país: el modelo de democracia consensual está fracturado por la intransigencia de Hezbollah, la clase media está destruida, emigrando o bajo riesgo de descender en la escala social debido a la catástrofe económica, la libertad de expresión se encuentra amenazada por un gobierno que se vuelve autoritario y es cada vez más intolerante a las manifestaciones en su contra, responde con violencia a las manifestaciones pacíficas y censura a la prensa tradicionalmente libre.
El sistema educativo y el de salud han colapsado por la devaluación y la Diáspora que siempre fue un recurso valioso, ha visto sus depósitos en bancos libaneses evaporarse y ha perdido la confianza en el futuro del país.
La clase política gobernante se rehúsa al cambio, pero tampoco encara los problemas, su parálisis es total y el país está totalmente a la deriva. Ni las propuestas y generosas ofertas del presidente Francés Emmanuel Macron parecen motivarlos. Es que solo buscan su permanencia en el poder y la subsistencia de sus prerrogativas y beneficios. Hezbollah los protege y se resguarda manteniéndolos en el poder, porque ellos no existirían en un país normal y la normalización del Líbano es una amenaza letal para sus ideales y objetivos.100 años después de su creación, el Líbano soporta su amenaza existencial más grande interna y externa combinándose el sectarismo, corrupción y autoritarismo sumado a la evidente primacía de un grupo armado que tras la fachada de su relato como partido político libanés, y su narrativa de
“resistencia” selectiva (solo resiste contra a los enemigos de Irán) encubre su permanente violación a la soberanía del estado, su inocultable lealtad al régimen teocrático chiita iraní y su irrenunciable compromiso de guerra permanente en contra de sus enemigos sugiriendo que la paz nunca llegará al Líbano.¿Puede el Líbano salir de su encrucijada más difícil? La historia habla en su favor, se superó la poderosa presión del arabismo nasserista de la década del 50 y 60 que amenazó seriamente su independencia, sobrevivió la irrupción palestina en los 70, las violentas invasiones y ataques israelíes y la permanente agresión siria en todas sus variantes, desde su independencia. El Líbano siempre consiguió sobreponerse de sus enemigos internos y externos y si bien es cierto que el Estado creado hace 100 años hoy ha colapsado, la idea Nacional Libanesa se ha consolidado y está más firme que nunca en su historia, la evidencia principal son los manifestantes de todas las edades, de todas las regiones del país, de diferentes comunidades religiosas, de todas las clases sociales ya hasta de ideologías políticas distintas. La incuestionable mayoría de los ciudadanos ponen primero al Líbano a pesar de sus diferencias.
El Líbano demoró un siglo para afirmar la identidad libanesa que se viene forjado desde hace 6000 años. Hace 100 años había quienes dudaban de la conveniencia de separar al Líbano de Siria, otros preferían que se mantuviera un país diminuto de cristianos en un tercio del territorio actual. Los libaneses han logrado su emancipación identitaria y confirmaron la voluntad de vivir en coexistencia religiosa pluralista y libre, en un país multicultural y democrático a pesar de que hay un grupo como Hezbollah que se resiste y tiene objetivos contrapuestos.
Quizás tengamos que esperar hasta que la Constitución Nacional de 1926 también tenga un siglo para finalmente lograr el Estado que los libaneses anhelan, una Nación libre, soberana, independiente y en donde los gobernantes cumplan con sus obligaciones y los ciudadanos tengan garantizados sus derechos individuales, tal cual lo exige el documento magno de la nación y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, que no por casualidad tiene a un libanés, Charles Malek, como uno de sus redactores y principal promotor.
Comentarios
Publicar un comentario